16 de agosto de 2009

Encuentro!


Era una tarde calurosa de verano, bajo de casa ataviada con un vestido y sandalias, pero el calor era tan intenso que sentía que su piel se evaporaba al mismo ritmo que se evaporaban los segundos que faltaban para encontrarse con él. Estaba impaciente, necesitaba desesperadamente llegar a aquel parque y que el reloj marcase las siete en punto. Cuando por fin llegó noto una gran sensación de alivio, allí bajo los frondosos árboles sintio un frescor nuevo rozando su piel, que contraste tan grande. Tal vez no había tanta diferencia entre la calle y el parque, pero los nervios de aquel encuentro hacían que ella estuviera mucho más sensible de lo habitual. Se sentó en un banco bajo un gran fresno y con la mirada perdida en un estanque lleno de patos y ocas, que nadaban y revoloteaban tranquilamente como si nadie estuviese observándolos. Parecía que el reloj se había detenido, que el tiempo no pasaba, aquellos minutos se la hicieron eternos, pero por fin llegarón las siete.

Él aparecio sonrriente como siempre, era un hombre que se caracterizaba por estar siempre feliz, al menos aparentemente feliz. Vestido con bermudas y chanclas, intentaba mitigar el calor con una botella de agua. Llegó hasta donde estaba ella, ambos se miraron y estuvieron así, con la mirada perdida en los ojos del otro durante mucho tiempo, era como si todo lo demás no existiese. Poder ver el rostro del ser amado era lo único que les daba felicidad, una felicidad que hacía tiempo no sentían. Ella no quería dejar de mirar aquellos ojos porque tenía la sensación de que si apartaba la vista su mundo de felicidad se esfumaría, y por nada del mundo quería que eso pasase. Al final ambos se abrazaron, apretarón el cuerpo del otro contra el suyo con mucha fuerza, intentando con ello sentir lo que no habían sentido en tanto tiempo. Ambos continuaban callados sin decir ni una palabra, simplemente sintiendo la respiración del otro, sintiendo su calor, percibiendo su olor... ese tipo de cosas que tanto echaban de menos cuando no podían estar juntos. Ella fruto de la emoción incontrolada que estaba sintiendo empezó a llorar, un llanto de felicidad que era incapaz de evitar. Así abrazada a él, sintiendo su cuerpo, sabiendo que estaba a su lado y que la quería, era la persona más feliz del mundo. Hacía tiempo que no tenía una sensación como aquella, de hecho creo que no la había tenido nunca. Jamás se había sentido igual, si había sentido cosas parecidas, pero no tan intensas. Él al sentir que ella estaba llorando se echó a llorar también, ambos se volvieron a apretar con tanta fuerza que casi impedían que el aire entrase en sus pulmones. Al final se oyó un te amo, dicho por ambos al unísono.

Esta fue la sensación más bonita que habían tenido jamás. Por suerte ahora ya nada los separaría, nunca más se echarian tanto de menos, y no volverían a sentir ese vacio interior que llega a corroerles por dentro. Ahora todo es bonito, todo es maravilloso, eran las dos personas más felices del mundo y sería así por mucho tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bonito lo que has escrito Lourdes!!!
Me ha gustado lo que has escrito , no se porque lo has puesto , pero las sensaciones que describes son muy bonitas , si las has vivido me alegro por ti!!!
M.P

Lourdes dijo...

pues si es precioso, y si he vivido cosas tan bonitas que me resulta imposible describirlas con palabras, lo intento pero siempre me quedo corta. soy incapaz de expresar todo lo que siento, aunque con esta historia mitad ficcion mitad realidad, te puedes hacer una idea